viernes, 31 de octubre de 2008
Duérmete niño, duérmete ya, que viene el libro y te comerá...
Y es que en México no tenemos bien arraigada la costumbre de la lectura, y me refiero a una lectura como Dios manda. Nada de El libro vaquero o cosas de ese tipo que nada más llenan la mente de pendejadas. Es tan normal (y a veces risible, aunque siempre deprimente) ver cómo un mexicano es capaz de salir huyendo cuando ve un libro, y puede poner todas las excusas habidas y por haber con tal de no leerlo. Tan común es escuchar "A mí no me gusta leer", que de verdad me sorprendo cuando encuentro a alguien que de verdad lee por gusto, y lee cosas productivas y educativas.
A tal punto llega la ignorancia del mexicano, que el otro día vi una escena que me causó demasiada risa, a la vez que indignación. Caminaba por las calles del centro de esta ciudad cuando vi a un bolero sentado leyendo una revista para matar el tiempo mientras llegaba un cliente. De lejos distinguí la revista y me sorprendí, hasta me sentí orgulloso de gente como el bolero, ya que tenía la revista Proceso entre sus manos. "¡Vaya, un bolero culto que se interesa por su país!", fue lo primero que pensé al verlo. Pero, ¡oh, decepción! Al acercarme más noté que mi querida revista era sólo el disfraz elegante y presuntuoso para una de esas revistillas de historietas erótico/pornográficas (más pornográficas y vulgares a mi parecer) que tanto gustan a la gente promedio en México.
No sólo sentí decepción, sino también una especie de furia interior al ver lo bajo que llegaba la gente. Ser capaz de usar una revista de esa clase para esconder sus vicios secretos de pseudo-lectura. Sonaré arrogante, pero sentí en esos momentos unas ganas enormes de acercarme a saludar al bolero y preguntarle acerca de la revista, sus artículos y su opinión personal acerca de los mismos. Claro, mi verdadera intención era humillarlo ahí mismo por atreverse a fingir de esa manera tan baja y ruin.
Pero éste es sólo un mísero ejemplo de lo que se reproduce millones de veces a nivel nacional. Los mexicanos leemos poco, demasiado poco en comparación con otros países. Y a aquel que se atreve a leer más de inmediato se le tacha como un bicho raro y ratón de biblioteca. De inmediato es la expresión de asombro, incredulidad y a veces hasta miedo, sólo porque tenemos frente a nosotros a alguien que sí se atrevió a leer algo. Me pasó en las vacaciones pasadas, cuando le comenté a un amigo que me había leído once libros en como mes y medio. De inmediato puso una cara de asombro que casi se le cae la mandíbula al piso, y luego me tachó de loco por ocupar mi tiempo en eso. Quizá muchos como él lo ven como tiempo perdido, pero prefiero mil veces perder mi tiempo con un buen libro, verdadera literatura, que vagando sin sentido por las calles, o peor aún, por el Internet.
Los factores que nos han vuelto así son muchos, pero en lo personal siento que se los debemos más a la vida moderna. Antes, de una u otra forma, el índice de lectura en México era mayor que ahora. Si bien hay que reconocer que es bajo dada la tradición de analfabetismo que nos hemos cargado desde mediados del siglo XIX, con el tiempo su número debió subir en lugar de bajar. Pero nos hemos dejado llevar tanto por la vida moderna y la clásica pereza del mexicano, que ahora un libro nos asusta tanto o más que un fantasma. Hacemos lo que sea (buscar resúmenes, ver la película, que un amigo nos lo cuente) con tal de no leer un libro. Preferimos perder el tiempo en cualquier otra babosada, que emplearlo correctamente con un buen libro.
Sí, creo definitivamente que el libro (o la lectura, como lo quieran ver) es el peor temor del mexicano. Y lo más triste de todo es que no se hace mucho por combatirlo. En las escuelas se implantan programas, pero no se cumplen cabalmente ni son implementados adecuadamente. Recuerdo por ejemplo, mi primaria, donde existía un programa llamado Rincón de lectura, donde teníamos que seleccionar un libro y tratar de acabarlo en un semana. Mientras para algunos de nosotros era realmente una competencia (ya que había una tabla en el salón que llevaba el conteo de los libros de todos) por ver quién había leído más, para otros era sólo un mero trámite a realizar que ni siquiera tenía tal importancia como para realizarlo cabalmente. Y lo peor de todo, que en ocasiones algunas de las maestras dejaban pasar tales hechos por alto, sin ayudar a fomentar en todos los alumnos por igual el amor a la lectura. Así, con el tiempo, la lectura se volvió privilegio y placer de unos cuantos de nosotros.
Educación, como siempre, es lo que le falta al mexicano. Con educación, podríamos mejorar esos índices de lectura en el país. Pero ahora necesitamos algo más que simple educación, requerimos de voluntad. La voluntad de enseñarle a nuestros niños, la voluntad de nosotros mismos leer más, la voluntad de aprender a diferenciar entre un buen libro y un libro basura comercial. Quizá parezca difícil, pero la guerra la podemos ganar si nos lo proponemos. Con un esfuerzo conjunto de las escuelas, los padres de familia y los medios, es posible volver a generar en nuestros compatriotas ese amor perdido por los libros. Y quizá algún día, con algo de suerte, dejemos a Carlos Cuauhtémoc Sánchez en la ruina con su montón de libros.
¿Rescate o metida de pata?
Uno de los puntos propuestos por el presidente es el incremento de obras públicas para la generación de empleos. Este punto establece la ampliación y creación de carreteras, autopistas y puentes a nivel nacional, y también la creación de nuevos hospitales en zonas rurales, entre otros. Cierto que, por un lado, se crearán cientos, o hasta miles, de empleos, ya que se requerirá de mucha mano de obra para tal infraestructura. Muchas personas que en estos momentos no cuentan con algún trabajo podrán obtener un empleo aquí, logrando así sobrellevar mejor la crisis. Los nuevos caminos serán beneficiosos para el país, y los nuevos hospitales también ayudarán a mucha gente.
Ahora veamos el otro lado de la moneda, aquel que obviamente no se iba a decir por cadena nacional. Todos los empleos generados a partir de las obras públicas son empleos meramente temporales. Se trata de miles de personas que volverán a quedar desempleadas una vez terminados los proyectos del gobierno. Y no sólo eso, sino que además muchos de ellos recibirán un sueldo igual o ligeramente superior al salario mínimo, lo cual no es muy alentador frente a la actual laza de precios. Además, si la crisis genera desempleo porque ya no se puede pagar a las personas, ¿cómo combatirla contratando más personas? El presupuesto estatal también se verá reducido, por lo que tendrá que ajustarse el cinturón y establecer prioridades. De un presupuesto reducido, ¿cómo obtendrá el dinero necesario para invertir en obra pública sin descuidar otras áreas?
El siguiente punto mencionado por el presidente fue la creación de una nueva refinería en el país. Este proyecto aportaría mayor beneficio económico a México que las obras públicas, ya que apoyaría a la empresa mexicana más importante. Aunado al aumento en la producción de PEMEX, se incuiría toda una nueva gama de empleos, ya que la nueva refinería requeriría de mucha mano de obra, más estable que la generada por las obras públicas, y en muchos aspectos, mejor pagada. Pero nuevamente nos enfrentamos al problema del presupuesto, y no sólo del gobierno, sino de PEMEX.
Construir una refinería no es nada barato, tomando en cuenta todo lo que la misma incluye. PEMEX sería incapaz de afrontar tal gasto debido a sus propios problemas económicos, por lo que requeriría apoyo del gobierno. Con un presupuesto apretado y obras públicas en construcción, ¿de dónde sacar el dinero para una refinería? Más aún, ¿de dónde sacar el dinero para mantenerla? ¿Sería PEMEX capaz de lograr mantener esta refinería con los problemas económicos que enfrenta? Hay que reconocer que el plan es bueno y realmente representa una ayuda a México, pero está fuera de tiempo. El momento adecuado para crear una nueva refinería debería ser cuando México está económicamente estable, de manera que durante una crisis ayude al país a sostenerse; no a la mitad de la crisis, cuando los recursos son escazos y los beneficios serán a mediano y largo plazo.
Si bien el gobierno trata de apoyar al país y resolver los problemas más inmediatos de los mexicanos, es necesario que tome en cuenta todos los factores que influyen en sus decisiones. Más préstamos para llevar a cabo sus acciones no ayudarán, ya que sólo hundirán más al país. Es necesario más bien saber administrar lo que se tiene y sacarle el mejor provecho para salir de la crisis lo mejor parados posible, y no sólo eso, sino también aprender a aprovechar los tiempos de "vacas gordas" y prepararnos en ellos para los de "vacas flacas". Lo que México necesita no son políticas de rescate, sino de prevención.
Mexicano sin equipo
¿Qué caminos y oportunidades profesionales existen en la política para alguien que quiere trabajar solo y no puede trabajar en grupo o con otros?
Dick Lyles en voz de Albert, protagonista (o antagonista) en su obra El secreto de los Zapatos viejos, responde: muy pocos. Si bien Porfirio Díaz hubiera dado apertura política a sus más cercanos opositores y hubiera continuado con su célebre frase "este gallo quiere maíz", hubiese usado a Madero como vicepresidente y éste al tener poder y trabajar junto con Díaz no hubiera iniciado el mito de la revolución, como lo menciona Macario Schettino en su libro Cien años de confusión.
Tras derrotar la "tiranía" porfirista, se instauró el régimen revolucionario que traería consigo la modernidad, prosperidad y el progreso para TODOS los mexicanos.
Retomando cuestiones de Dick Lyles:
De todas las capacidades y habilidades, ¿cuáles son las más importantes que debe desarrollar alguien para tener éxito en la política? Habilidad para llevarse bien con otros.
Clientelismo, compadrazgo, nepotismo. Tres características importantes para acceder al sistema corporativista mexicano del siglo XX. Un sistema putrefacto que mantuvo la legitimidad del pueblo por más de medio siglo a base de juego de palabras, promesas y sobretodo, ambiciones. Si bien era necesario estar posicionado para acceder a los puestos más altos y claro era un buen trabajo de equipo, tanto que logró mantener la legitimidad del régimen "revolucionario" engañando al pueblo mexicano que era el ausente en la repartición del pastel.
Ahora la cuestión es, ¿el mexicano sabe cómo trabajar en equipo?
El equipo priista lo supo hacer, un equipo inmensamente corrupto, equipo de corruptos, equipo en fin. Sí, el mexicano sabe trabajar en equipo, pero no sabe controlar sus intereses, no lucha contra sus ambiciones, esto nos lleva a la búsqueda del bien común: el ideal, en teoría del régimen priista, aunque sus ambiciones distorsionaron lo inexistente.
Cuando la gente en la política fracasa, ¿qué problemas o carencias de habilidades contribuyen más a este fracaso? Respuesta:
México, un país rico en cultura, con 140 lenguas, diversidad indígena, variedad de vestimentas, infinidad de platillos típicos regionales, multiplicidad de dogmas, con un sinnúmero de estilos, sonidos o ritmos musicales, con monumentos precolombinos, coloniales, independientes, imperiales, revolucionarios y hasta posmodernos, con una complejidad de ideologías políticas (PAN, PRI, PRD, PT, PVEM, Convergencia, entre otros). México un país rico en territorio, con 31 estados y un Distrito Federal, con selvas, bosques, sierras, llanuras, desiertos y una cantidad impresionante de terreno fértil, también rico en minerales y en aquel oro negro del que Portillo hacia alarde. México un país rico en población con aproximadamente 106 millones de habitantes.
El mexicano no sabe trabajar en equipo, eso nos lleva al México de hoy, las transiciones pacificas y "legales" de régimen no importan, México sigue siendo un país donde no se sabe trabajar en equipo, ejemplo: futbol. México es un país lleno de ambiciones y de pobreza, o mas lo primero que lo segundo, o viceversa.
jueves, 30 de octubre de 2008
La igual diferencia
Arráncame la... sucia política
Bueno pero el punto principal de esto es la política que se nos muestra a lo largo de la película y es que no lo podía creer de verdad que en el periodo se nos narra (1930 y 1940) , se viera todavía hoy en día la misma cuestión política hace tantos años. Quiero decir no tenemos un avance significativo en cuestiones políticas, todo sigue siendo igual de corrupto que antes, ni siquiera la democracia hoy en día se ve salir del pantano de donde nos encontramos sumergidos, siguen habiendo asesinatos entre políticos, narcotráfico, corrupción, poder a través de contactos mafiosos, en fin un mar de sucesos sin principio ni mucho menos se ve el fin de esto.
Es sorprendente cómo hoy en día esta novela se sigue adaptando perfectamente a nuestros tiempos, la política sigue siendo un verdadero asco (sin ofender a nuestros respetables políticos jajaja) sigue la controversia de la verdadera opinión de los ciudadanos para votar por sus soberanos, aún sigue habiendo duda en el ganador de las elecciones, continuamos con un poder corrupto que se va infiltrando en cada una de las esferas políticas y no políticas de nuestro país.
Parece mentira que todavía no podamos salir del hoyo en el que siempre estuvimos sumergidos, Ángeles Mastreta nos muestra la política como medio de supervivencia y sigue siendo así.
Pues hoy en día si no eres político eres uno más de la plebe, un sonso más, un dominado, una persona que sólo se puede conformar con las migajas que deja el gobierno, pues no creo que exista un salario más alto que el que tienen nuestros gobernantes a causa de nuestro esfuerzo de cada día, claro con nuestros impuestos.Los que se encuentran involucrados dentro de la política tarde que temprano terminan siendo uno más de los tantas que hay ahí, pues es difícil no andar entre tanta porquería y no embarrarse de ella, y si tienes un poco más de valores o educación te obligan a ser como ellos, pues violan tus derechos humanos e incluso es factible obtener una que otra amenaza de muerte a ti o a tus seres más cercanos.
En fin la conclusión es que la política sigue siendo la misma porquería de siempre, no hemos tenido un avance en nuestro gobierno, a menos que Felipe Calderón durante su gobierno empiece a limpiar todas las redes de corrupción que existen en los altos y bajos mandos de gobierno, la pregunta es ..¿Podrá Felipe Calderón eliminar poco a poco la corrupción, deshonestidad y la sucia política que existe en el gobierno? “Arráncame la…. Sucia política”.
Soy su amigo el Ahuizotle, procurando la verdad y la honestidad para el nuevo pueblo mexicano.
lunes, 13 de octubre de 2008
Muerte legal
El origen del narcotráfico como lo conocemos se remonta a finales de los años 70 y principios de los 80, donde el tráfico de drogas comenzó a tener un mayor auge en el país. Esto se debió a varias causas. Primero, en Estados Unidos se popularizó el uso de las nuevas drogas sintéticas, convirtiéndose en uno de los mayores consumidores a nivel mundial. Obviamente, los proveedores necesitaban una ruta adecuada para su mercancia, lo cual nos lleva al segundo punto. México se convirtió en el paso obligado de dichas mercancías debido a ser el vecino de Estados Unidos, por lo que muchos cárteles se establecieron en el país, principalmente al norte del mismo. A su vez, esto tampoco hubiese sido posible sin el tercer punto. La corrupción en México y su laxo sistema legal favorecieron no sólo el tráfico y la implantación de los diferentes cárteles, sino también su afianzamiento, empoderamiento y el aumento del tráfico de drogas. Todo esto, con el paso del tiempo, derivó en los cárteles actuales y la situación de inseguridad que vive el país.
El narcotráfico y los capos obtuvieron así un poder cada vez mayor, logrando infiltrarse en las altas esferas políticas y expandiendo su influencia a la policía y el ejército. Actualmente, es posible aseverar que los narcotraficantes son las personas más poderosas e influyentes del país,no sólo por la extensión en las esferas de la vida social, sino también por su poder económico, armamentista, cultural, de cohersión, político, etc. Incluso es posible, si se contabilizaran las ganancias como ingreso para el país, que sean el principal ingreso mexicano, por encima del petróleo y las remesas. Tanto poder no podía quedarse meramente en las esferas comerciales del narcotráfico, es obvio que tarde o temprano se extendería. Al haber alcanzado las esferas políticas, se ha generado una corrupción tan grande al interior del gobierno que ahora resulta prácticamente imposible separar a aquellas personas que tienen lazos con el narcotráfico de las que no. Muchos políticos se han visto inmiscuidos con el tráfico de drogas, ya sea desde participar en los mismos hasta dar libre tránsito a los traficantes y sus mercancías. Esto último se debe principalmente a dos causas, los beneficios o el miedo.
Los beneficios que los narcos otorgan van desde lo económico hasta lo político. Así como pueden sobornar a funcionarios públicos para que hagan la vista gorda ante el tráfico de drogas, pueden por otro lado hacer tratos con ellos y ofrecerles puestos de poder a cambio de su ayuda una vez en dicho puesto. De esto último deriva el conocido escándalo del apoyo del narcotráfico a la campaña electoral de Calderón. Por otro lado, el miedo es también un factor fundamental. Cuando alguien se niega a participar con el narcotráfico bajo los argumentos anteriores, se usa entonces el poder del miedo para convencerlo. ya sea por medio de amenazas, secuestros o ejecuciones, los narcotraficantes deblegarán a su víctima, quien no tiene ma´s remedio que apoyar al narcotráfico aún en contra de su voluntad.
Aunado a este poder del narcotráfico se encuentra el de sus armas y organización interna. Conformados por sicarios, los cárteles se manejan como ejércitos privados que velan por los intereses del cártel y su capo. Armados con las mejores armas (aún mejores que las de los policías o el ejército), se han convertido en fuerzas casi imparables, que imponen sus propias reglas por encima de las de la nación. Si bien más de una vez se les ha tratado de hacer frente por medios militares, el armamento superior de los sicarios ha dificultado que dichas acciones tengan un éxito rotundo.
Ahora, no debemos olvidar la influencia cultural que ha tenido el narcotráfico en nuestro país. Desde los narcocorridos hasta el ideal de un estilo de vida, el anrcotráfico se ha metido en la vida del mexicano común. Se ha dejado ver en muchos lados como un delincuente y se ha transformado su figura en la de un héroe o mártir. Santificados de esta forma, los narcotraficantes obtienen un poder aún mayor que el político o militar: el del carisma. Se vuelven aún más amados y admirados que los héroes nacionales. Aunado a que el estilo de vida de un narcotraficante se pinta como ideal (poco trabajo, muchas ganancias y se omiten los riesgos), y que hay muchas personas que desean alcanzar dicho estilo, el poder cultiral del narcotráfico alcanza niveles inimaginables.
Sea como fuere, el narcotráfico es un problema que debe combatirse. El problema principal radica en encontrar la forma adecuada para ello. Como mencioné al inicio de este texto, se ha hablado de la legalización de las drogas como posible solución. Esto podría resultar eficaz desde el punto de vista de que reduciría las fricciones entre el narcotráfico y el gobierno, ya que permitiría el libre tráfico de drogas por el país y se evitarían enfrentamientos entre ambas partes. Por otro lado podemos justificar esta acción argumentando una tesis psicológica muy fundamental: aquello que está prohibido llama más la atención que lo que no está. Mientras las drogas permanezcan siendo ilegales, el tabú que las rodea inclinará a la gente a conseguirlas y consumirlas, como fruto del morbo y la curiosidad inherentes al ser humano. Al momento de legalizarlas, se volverían parte de als mercancías comunes, lo que haría que perdieran su "encanto" y la gente terminara por olvidarlas, haciendo así que las ventas disminuyan. Este plan iría acompañado de una educación adecuada, la cual crearía en las personas la concienca suficiente para que cada quien decidiera si debe o no consumir drogas.
Aunque parezca una buena propuesta, no deja de ser utópica e idealista hasta cierto punto. Por un lado, legalizar el tráfico y consumo de drogas aumentaría aún más el poder del narcotráfico y sus cárteles en el pasí. Si siendo ilegal y perseguido (hasta cierto punto) por la autoridad, goza de tanto poder, ¿de cuándo más podrá gozar siendo legal? Y si se disminuyeran las fricciones entre narcotráfico y gobierno, no sería así entre los diferentes cárteles o al interior de los mismos. No olvidemos que también existen fricciones y problemas entre y al interior de ellos, y que la solución generalmente consiste en eliminar a los miembros que generan dichos problemas, es decir, ejecuciones. Legalizar el narcotráfico podría alentar cada vez a más personas a meterse en esos asuntos, lo que traería como consecuencia que cada vez más civiles se cieran envueltos en ejecuciones y ajustes de cuentas. No es lo mismo legalizar el consumo en un país meramente consumidor a uno que además es centro de distribución y cara de varios cárteles.
También la idea de qyue legalizar las drogas disminuirá el interés y el consumo en la población tiene su contraparte. podemos considerar que el consumo de drogas en México es actualmente legal, desde el punto de visra de su facilidad para conseguirlas. El legalizarlas no significaría un gran cambio en este hecho. Hay una gran parte de la población que consume dorgas de todo tipo, desde un simple churro de marihuana hasta éxtasis, LSD y otros. Una vez legalizadas es más probable que el consumo se dispare a que disminuya, y que se extienda incluso a personas que nunca han consumido drogas en su vida. la pérdida de interés puede (es una posibilidad, no un hecho) disminuir al largo plazo, pero en el corto no podemos jugar con la salud y vida de la población.
El último punto importante a este respecto es Estados Unidos. Constantemente, dicho país presiona a México para que controle y evite el tráfico de drogas por la frontera. Habiendo legalizado la droga, las fricciones entre ambos países serían inmensas, ya que mientras allá tratan de detener su flujo, aquí permitimos su libre cauce sin restricción alguna; y sería entonces imposible congeniar la política interna con la externa en materia de drogas para satisfacer a ambas partes. Ahora bien, generarnos problemas con Estados Unidos por este tema no es algo que nos convenga al país en más de un aspecto, y es un factor importante que debe ser considerado.
Combatir el narcotráfico es un asunto delicado que requiere de mucha astucia e ingenio para llevarlo a buen fin. La principal arma que poseemos es la educación. Con la educación adecuada, tanto en la escuela, casa, como en la calle, es posible disminuir el interés y el consumo de drogas a nivel nacional. Siendo el narcotráfico nada más que una empresa, al momento de quedarse sin consumidores el negocio se vendría abajo. El problema radica en dos cosas, por un lado, que Estados Unidos sigue siendo un importante consumidor, y aunque disminuya el consumo en México sigue existiendo un mercado de valor donde el narcotráfico puede colocar su mercancía. Por otro, el poder cultiral del narcotráfico y la idea ampliamente difundida (y en algunos casos arraigada) de que las drogas no son tan malas como las hacen ver, hacen difícil un cambio de mentalidad positivo en las mentes de los mexicanos, especialmente los más jóvenes.
Opciones para combatir el narcotráfico hay muchas, y podemos intentar atacarlo desde varios lugares, pero hasta ahora resulta imposible generar una estrategia adecuada debido al inmenso poder que ostenta el mismo. Si bien el arma más fuerte es la educación, ésta requiere no sólo de trabajo y apoyo, sino que necesita complementarse de otras estrategias para surtir efecto. No se destruirá el narcotráfico sólo atacando un flanco y en poco tiempo, se requiere de un ataque combinado, tiempo, astucia y esfuerzo para lograrlo. Es cierto, estamos ante una guerra contra el narcotráfico, pero no es una guerra convencional. Y el inicio de la victoria o la derrota reside en cada uno de nosotros.
¿Facismo o sensatez?
Esta historia comienza con el movimiento estudiantil del 68 y las aspiraciones políticas de sus integrantes, quienes se atrevieron a desafiar al Estado e iniciaron un movimiento social nunca antes visto. Es claro para rodos la incomodidad y molestia que dicho movimiento generó en el Estado mexicano y sus mienbros, quienes con el fin de terminarlo de una vez por todas, recurrieron al uso de la violencia. La masacre en la Plaza de las Tres Culturas creó una mancha (aún peor que la tinta china) que nuestro gobierno sigue arrastrando hasta la fecha. Y parece estar tan arraigada que ni el mejor blanqueador político será capaz de quitarla.
¿Quién es el valiente que será capaz de enfrentar tal mancha sin temor a ser tachado de facista y autoritario? Hasta ahora no parece haber nadie dispuesto a ello. Todos, en mayor o menor medida, buscan eludir el uso de la fuerza pública para hacer valer la ley. Por un lado, podemos ver esto con una lente positiva. Contamos ahora con un gobierno más tolerante que permite a sus ciudadanos expresarse libremente y otorga una libertad política y participación ciudadana más amplias. ¡Felicidades! Dimos un paso más hacia esa meta añorada y altamente deseada de convertirnos en un Estado democrático ejemplar. Y cómo no, si México siempre está en constante progreso en este rubro. ¿O no?
Hemos estado tan cegados por esta "liberalización democrática" que no nos hemos detenido a observar las consecuencias que de ello han derivado. Y más ciegos aún porque al verlas las atribuímos a otros factores, los cuales en muchos casos están alejados de esa realidad. la consecuencia más directa y palpable es el crecimiento de la impunidad, y por lo tanto de la inseguridad, en la vida social y política de México. El Estado teme tanto el uso de la fuerza pública que ésta es prácticamente inexistente. Y si es inexistente, nadie nos detiene. Y si nadie nos detiene, ¿a quién temerle entonces? En otras palabras, nos encontramos dueños de un poder casi ilimitado.
Ese poder nos ha llevado a la creencia de que podemos transformar las protestas y manifestaciones en verdaderos circos fuera de la ley sin temor alguno. Nos creemos con la facultad de exceder los límites constitucionales y violar los derechos de terceros sin que seamos merecedore de castigo alguno. Mientras no exista un hecho violento como tal, nos consideramos intocables ante las autoridades, ya que de lo contrario las tachamos inmediatamente de represoras, antidemocráticas, anticonstitucionales, intolerantes, facistas, etc. Todo este pensamiento, surgido del miedo y la impunidad proveniente del mismo, es el que ha hundido a México en varias crisis sociales y políticas de gran magnitud. Como ejemplo están la huelga de la UNAM a fines de los 90's (con actores e intereses externos a la casa educativa), el movimiento del EZLN, la crisis de Oaxaca, el plantón en el Zócalo, Juárez y Reforma, los movimientos de los ambulantes, por mencionar sólo algunos. En todos ellos se cumple la misma fórmula: el miedo del Estado a usar la fuerza pública y el crecimiento del problema a niveles incontenibles, afectando a terceros y en algunos casos alejándose del propósito original.
En los casos mencionados anteriormente, el movimiento se inició bajo causas que buscaban un cmbio o mejora en algún aspecto social o político. La justicia de las causas de cada movimiento es un juicio que se reserva a cada individuo, aunque en lo personal no sienta que dichas causas hayan sido siempre justas. La huelga de la UNAM, por ejemplo, buscaba favorecer a los más pobres para que éstos pudieran seguir recibiendo educación, una causa justa y altruista vista desde esta perspectiva general. Sin embargio, al hacer un análisis más profundo de sus demandas, encontramos que éstas son (no encuentro otra palabra) estúpidas, y hasta risibles. Pedían que no aumentara la cuota de 20 centavos semestrales, que no hubiera límite en los exámenes extraordinarios y que tampoco se limitaran los años para concluir una carrera. Todas ellas son fácilmente rebatibles sin necesidad de estudiarlas más a fondo, ya que en una sola oración contienen la semilla de su destrucción. La primer es realmente risible, simplemente por la cantidad que menciona. ¿En serio afectaría tanto a la economía de una persona pagar poco más de 20 centavos por semestre? Gastamos cientos, y hasta miles de pesos, en cosas mucho más banales (ropa de moda, alcohol, cigarros, antro, aparatos eléctricos, CD's, accesorios para el carro, etc.) sin que nos importe en lo más mínimo. Pero a la hora de tener que pagar por nuestra educación, nos sentimos ofendidos y somos capaces de armar todo un movimiento social para impedir un aumento provechoso en una cuota meramente simbólica (no olvidemos que dicha cuota es voluntaria).
Por otro lado, las otras dos demandas, más que risibles, resultan indignantes, especialmente para alumnos de instituciones privadas o aquellos de instituciones públicas que realmente toman en serio lo que hacen. Sin olvidar, además, que son un reflejo de la pobre cultura del mexicano. Mientras un grupo de alumnos se exige (o es exigido) cumplir con sus obligaciones académicas de manera eficiente y en un tiempo adecuado, otro grupo busca, por medio de estas demandas, poder holgazanear a sus anchas sin tener repercusiones en sus estudios. Para quien se mata estudiando y se dedica en cuerpo y alma a pasar sus materias, resulta indignante que otros pidan el derecho a reprobarlas sin cargo de conciencia, ya que cuentan con posibilidades ilimitadas de exámenes para pasarlas en cualquier momento. ¿Qué dice esto de la calidad de la educación en México y de sus egresados? El juicio (seguramente duro) se lo reservo al lector.
Retomando el tema, este movimiento llegó a límites a los cuales no debería. La toma de las instalaciones provocó una crisis que afectó a los estudiantes que buscaba "ayudar" dicho movimiento. Un año de parálisis educativa en la mayor casa de estudios de México trajo no sólo una crisis educativa y social, sino el empañamiento de la imagen y prestigio de la UNAM. Debido a que el Estado temía profundamente el uso de la fuerza pública por la analogía extremadamente parecida con el 68, el movimiento desbocó en actos y hechos que se volvieron antoconstitucionales, como el privar a todos los alumnos de la universidad de su derecho al estudio.
En el 2006, con el plantón del Frente Amplio Progresista, se vivió una situación parecida, aunque en un contexto completamente diferente. Ahora, las demandas eran de carácter más político, ya que el candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador, alegaba que las elecciones presidenciales habían sido fraudulentas. Según el PREP, el candidato de derecha, Felipe Calderón Hinojosa, había sido declarado ganador al llevar la ventaja (mínima) en dicho conteo preliminar, hecho que fue confirmado más adelante por el IFE de manera oficial. Este evento suscitó gran revuelo en el ala izquierda de la política mexicana, la cual de inmediato declaró fraude en las elecciones. Bajo esta consigna iniciaron un plantón en la Ciudad de México, el cual abarcaba el Zócalo capitalino y las vías principales de Juárez y Paseo de la Reforma.
Luego de pedir el conteo voto por voto de todas las casillas y haber sido abierto sólo un pequeño porcentaje de las mismas (sin cambiar drásticamente los resultados), López Obrador se declaró presidente legítimo de México y organizó su propio aparato gubernamental para hacer frente al gobierno legal de Calderón. Uno de sus decretos como líder del movimiento y posterior "presidente legítimo", fue el de mantener lo que él llamó la "Resistencia civil", que consistía en mantener el plantón para hacer oír su voz. Y no sólo quedó ahí el movimiento, sino que aparte de ocupar y bloquear áreas y vías cruciales de la ciudad, bloquearon carreteras, tomaron la Cámara de diputados, trataron de sabotear el informe de gobierno y la toma de protesta de Calderón, entre otros.
Si bien las causas que abanderaba el FAP eran más justas, y a lo mejor hasta mejor justificadas que aquellas de los huelguistas de la UNAM, al final ambos movimientos derivaron hacia el mismo camino: el bloqueo de los derechos de terceros. Ya sea el derecho a la educación o al libre tránsito, los derechos de muchas personas fueron bloqueados por estos movimientos de "justicia social". Y es en este momento donde entramos al gran dilema. ¿Usar o no usar la fuerza pública? He ahí la cuestión. Por un lado tenemos un movimiento que es pacífico (aunque la huelga de la UNAM no lo fue tanto) que sólo reclama sus derechos y piden ser escuchados. Por otro lado, tenemos un movimiento social que ha crecido más allá de sus límites saludables y requiere ser contenido por el bienestar social. Sin embargo, bajo la luz del 2 de octubre preferimos dejarlo ser. ¿Que nos acuse de facistas y violentos por usar la fuerza pública? No gracias, paso.
En ambos casos, la autoridad se niega a tomar cartas en el asunto y detener dichos problemas, ya que vive bajo la sombrea del 2 de octubre y teme que el uso de la fuerza pública genere descontento en la población y lleve al gobierno a una crisis de legitimidad. Resulta más fácil (y más seguro) por otro lado, mantenerse al margen del conflicto hasta que éste amaine al punto en que se pueda usar la fuerza pública. Por un lado, porque el conflicto ha bjado de intensidad y existen menos riesgos de enfrentamientos, por otro lado, la sociedad ya harta del conflicto pide a gritos la intervención de la fuerza pública.
Parece a simple vista una fórmula sencilla que le evitará al gobierno meterse en problemas por usar la fuerza pública. Sin embargo, lo único que realmente ocasiona es una pérdida de autoridad por parte del gobierno. Como vulgarmente se dice, se le trepan hasta las barbas, y una vez arriba es imposible bajarlos. Y ahora ya no es sólo por el miedo, sino también por el auge de la libre interpretación de los Derechos Humanos.
Fuera de su contexto adecuado, los Derechos Humanos han sido usados muchas veces para justificar dichos movimientos y dejar que se salgan de control. La participación ciudadana en la defensa de los Derechos Humanos se ha tergiversado demasiado, al límite de que los delincuentes los usan para evitar ser arrestados. Si el uso de la fuerza pública en algo tan simple y completamente respaldado por las leyes, como el arresto de un delincuente, es causa de controversia en el tema de los Derechos Humanos, ¿cuánto más no lo va a ser un tema con tantas lagunas y ambigüedades legales como una manifestación o movimiento civil? El menor signo de uso de la fuerza pública trae a flote el grito de guerra de los defensores de dichos derechos. Y bajo un escudo como éste, el movimiento se ampara para continuar vigente y cometer toda clase de atropellos a los derechos de terceros. Entonces el gobierno, queriendo ser un gobierno "benevolente, democrático y respetuoso", permite la escalada del conflicto más allá de lo que debería. Y quienes pagamos los platos rotos somos todos aquellos ajenos al movimiento social.
El menor de los problemas es el crecimiento incontrolado de dichos movimientos, ya que hasta cierto punto no afectan a la sociedad en general. El verdadero problema no es la forma, sino el fondo, es decir, la impunidad que ha crecido en el país. Alejándonos un poco del tema de los movimientos sociales, llegamos al tema de la delincuencia e inseguridad. La falta de aplicación adecuada de la fuerza pública ha traído consigo, más allá de la generación de movimientos violentos, un crecimiento en la inseguridad pública, delitos, ejecuciones, etc. Sin la presencia de un gobierno fuerte, todos aquellos que operan fuera de la ley tienen entonces el campo libre.
Ya no se trata sólo de robos o delitos menores que quedan impunes, sino que llega hasta altos niveles del gobierno, corrupción, estafas, asesinatos, linchamientos, narcotráfico, secuestro, trata de blancas, e infinidad de delitos más. Vivimos en México un ambiente de inseguridad generado por la falta de fuerza pública que mantenga el orden. Si bien hay otros factore como corrupción al interior de la policía y falta de preparación de sus miembros, mucho tiene que ver también que sus apariciones reales son ya realmente pocas. ¿Cómo podemos esperar tener un cuerpo policíaco preparado si pocas veces se hace uso del mismo? La corrupción e impunidad han llegado a niveles tan altos que en muchos casos nos queda únicamente la opción de defendernos nosotros solos.
Hay que reconocer también que el mero uso de la fuerza pública no será la solución mágica, aunque sería un buen inicio. Ante todo, es importante aplicar dicha fuerza de manera racional, de forma que prevenga al crecimiento de conflictos y los contenga sin derivar en actos violentos. Debe romperse el cliché donde fuerza pública es sinónimo de brutalidad policíaca y abuso de autoridad. Ante eventos como el del FAP, que fueron pacíficos, el uso de la fuerza pública debe limitarse a contener el movimiento dentro un área limitada, por un tiempo limitado, y evitar que se torne violento. En casos como el del CGH o de algunos ambulantes, la fuerza pública debe limitarse a someter a los participantes violentos y disolver el movimiento de manera pacífica. En casos más extremos, como el levantamiento del EZLN y otros movimientos más violentos o que pongan en peligro la integridad y seguridad de la nación, deben ser los únicos en los que la fuerza pública tenga el derecho del uso legítimo de la violencia en toda su extensión.
La sociedad es como un niño que, al no ser castigado nunca, se vuelve berrinchudo y hará lo que sea por obtener lo que quiere. Si se le corrige y educa, entonces tendremos un niño respetuoso y maduro qué sabrá actuar en cada situación. El problema aquí recae en le hecho de que al ser un niño mimado, se se le castiga por primera vez entonces el niño se rebelará. Si el gobierno decide finalmetne aplicar mano dura, entonces la sociedad lo verá como una ofensa y se levantarán contra el gobierno en más marchas y movimientos, algunos incluso realmente violentos. ¿Qué hacer entonces?
Todo buen psicólogo, pedagogo y educador, recomendaría al padre mantenerse firme e imponer la autoridad que le corresponde. Lo mismo debe hacer entonces el gobierno con la sociedad. Imponiendo su autoridad nuevamente es como logrará controlar a la sociedad e iniciar el retroceso en el crecimiento de la impunidad. Será un gobierno más democrático que el que predican los integrantes de los movimientos sociales, pues no sólo les dará el derecho a manifestarse, sino que vigilará que dichas manifestaciones no interfieran con los derechos de otros. Si bien al inicio puede resultar difícil que el gobierno retome el control adecuado de la fuerza pública y la sociedad lo acepte, no queda otro camino.
México ahora, más que nunca, requiere de un gobierno fuerte que sea capaz de tomar las decisiones adecuadas sin temor a la opinión de la sociedad. México ahora, más que nunca, necesita el uso de la fuerza pública en todas sus formas para salvaguardar el orden, la seguridad e integridad de la nación. Es hora de romper con el paradigma del gobierno "tolerante" y miedoso y sustituirlo por el de un gobierno que, si bien respeta los derechos de los manifestantes, no tolerará actos indignos que atenten contra el resto de la sociedad. Es hora de que el gobierno retome el papel que le corresponde y recupere su autoridad perdida. ¿Facista? Tal vez, depende de tu punto de vista. Pero preferible eso a soportar idiotas que nos afectan a todos.
miércoles, 1 de octubre de 2008
Reforma energética
El problema principal aquí radica en que se necesitan recursos económicos para solventar al sector energético nacional, y así hacer frente a la crisis energética que vivimos y que se agravará con el paso de los años una vez que se haya consumido todo el crudo del planeta. Nos hemos acostumbrado tanto a nuestro modo de vida, que no hemos pensado a futuro, y ahora enfrentamos las consecuencias. PEMEX no puede enfrentar ya dicho problema, ya que el poco crudo que queda en el país se encuentra a grandes profundidades y se necesita nueva maquinaria y tecnología para poder obtenerlo. Lamentablemente, PEMEX no cuenta con dichos recursos.
Aquí se abre la primera interrogante, ¿dónde están los recursos obtenidos de la renta petrolera si se supone que PEMEX es la segunda empresa petrolera a nivel mundial? Quizá resolviendo (de manera positiva) esta interrogante se pueda dar una solución muchísimo más sencilla a todo esto. Si PEMEX es tan grande como dice ser, ¿dónde está el dinero? Esta es la base fundamental de todos aquellos que se oponen a la Reforma energética. Dicen que PEMEX cuenta con todos los recursos necesarios, pero que, para variar, todo se ha ido por la coladera de la corrupción.
Por otro lado, argumentan quienes se encuentran en contra que además de todo esta Reforma sería una violación a la Constitución, y aún más, a la soberanía nacional. Claro, no es violación a la soberanía que seamos el segundo país consumidor de Coca-Cola, que imitemos la vida gringa, que prefiramos ver Fox y Sony y el cine gringo sobre el mexicano, que vayamos a comer diario a McDonalds o que vayamos a Wal*Mart a comprar por sus "precios bajos". Por lo visto, la soberanía nacional radica sólo en el petróleo. Todo lo demás, puede irse a la m****a.
Es cierto, sí, que según la Constitución Mexicana, la rama petroquímica queda en poder del Estado ya que se considera estratégica. Pero tomemos en cuenta que el contexto histórico, social y económico ha variado a lo largo de los años. Si bien es cierto que el área petroquímica es estratégica para el país, cabe reconocer que no todas las partes de dicha área lo son. Y bien entendido eso, dada la situación actual del país, es entonces hora de un cambio. ¿Para que destinar más fondos en transporte del material si es posible que alguien más lo haga? La situación amerita que PEMEX deje de lado ciertos aspectos del área petroquímica para enfocarse principalmente en la extracción y refinación del producto.
Aclaremos (nuevamente, ya que nadie parece entenderlo) que PEMEX no se privatizará ni dejará de ser una empresa paraestatal. Simplemente se abrirán espacios dentro del mismo a la inversión privada para poder incrementar la producción, extracción, distribución y ventas de productos derivados del petróleo. Se trata simplemente de generar la competencia adecuada a nivel nacional, para lograr abaratar también los precios de dichos productos. PEMEX seguirá siendo una paraestatal y seguirá manteniendo el control de los principales ámbitos del área petroquímica. No hay entonces nada de que preocuparse.
Ahora, por otro lado, se olvida con frecuencia que dicha Reforma no habla únicamente de PEMEX (pero claro, es bueno para la grilla tomar el tema más polémico y olvidar el resto), sino que abarca TODO el ámbito energético. Es decir, contempla también a la CFE y CLyFC. No olvidemos que la luz eléctrica forma parte del sector energético, y que su producción y distribución también son de vital interés para dicha Reforma. Se han enfrentado ya casos en el mundo de escasez de energía eléctrica, ya que con el crecimiento de las ciudades es cada vez más difícil poder producir energía suficiente y distribuirla por toda la ciudad.
Seamos objetivos. CFE y CLyFC no son otra cosa que un monopolio. Este hecho deriva en las altas tarifas de luz eléctrica (las más altas del mundo) que nos vemos obligados a pagar sin poder objetar al respecto. En conjunto, los mexicanos gastamos millones de pesos cada bimestre para pagar nuestros recibos de luz, a cambio de un servicio que muchas veces es ineficiente. Lástima, gajes del oficio. Pero claro, preferimos el monopolio, las altas tarifas y el mal servicio antes que "atentar contra nuestra soberanía".
No hay que olvidar el caso de TELMEX, que empezó siendo una empresa paraestatal y era el monopolio de la telefonía en México. Durante varios años, este monopolio nos impuso también las tarifas telefónicas más altas de todo el mundo, las cuales nos veíamos obligados a pagar sin poder hacer nada. Más adelante, TELMEX se convirtió en una empresa privada, pero el Estado siguió protegiendo su poder monopólico por algunos años, así que las cosas no cambiaron mucho, o en todo caso, empeoraron un poco en algunos aspectos. Sin embrago, a la llegada de nuevas empresas telefónicas al país, se inició un proceso de liberación de la industria telefónica. TELMEX se vio obligado a bajar sus tarifas, mejorar sus planes, paquetes y servicios, y a modernizarse constantemente con el fin de poder mantenerse en la competencia. El resultado, una mejora en el servicio de dicha empresa, una baja en sus tarifas y la introducción de nueva tecnología en la industria telefónica mexicana.
Regresemos ahora a la industria eléctrica y visualicemos un panorama bajo el ejemplo antes mencionado. Una apertura a la inversión privada (por cierto, rescatemos esto, no toda la inversión privada es extranjera) en este sector impulsaría un crecimiento en la producción de energía eléctrica. Al haber más producción y más competencia, se tendrían entonces que mejorar no sólo las tarifas y el servicio que actualmente se ofrece, sino que además se impulsaría la investigación para el desarrollo de nuevas formas de producción de energía eléctrica, formas quizá incluso mucho más ecológicas que las actuales.
Consideremos también el aspecto económico, ya que más empresas y más competencia significa más gente para cada empresa y por lo tanto mayores fuentes de trabajo. No es lo mismo dos empresas eléctricas ofreciendo trabajo a 100 mil mexicanos cada una (por decir una cifra al azar) que 5 ó 6 empresas ofreciendo trabajo a la misma cantidad de personas. Si bien las remesas venidas de Estados Unidos son un fuerte ingreso para México, no podemos olvidar la crisis económica que sufre dicho país y los efectos que tendrá en el nuestro. Por lo tanto, es importante apoyar la creación de empleos y confiar más en el dinero que produzcamos nosotros mismos que en el que nos regalan desde el otro lado. Sin olvidar también la serie de conflictos políticos y sociales que ha desatado la desmedida migración al país vecino, la cual se vería reducida con estos nuevos empleos aquí.
Tanto los Privatizadores como los Nacionalistas buscan lo mejor para México y defender el interés nacional. El problema del que nace toda esta disputa surge entonces de aquí: ¿cuál es el interés nacional? Si bien el interés nacional sería el bienestar de la nación, hay una diferencia de visión entre ambas partes acerca de cuál es dicho bienestar. Para los Nacionalistas, el bienestar de la nación, y por lo tanto su interés, radica en proteger su soberanía y a sus empresas frente al avance del imperalismo Yanki, manteniendo así la supremacía mexicana. En realidad, es una cuestión de orgullo. Por otro lado, los Privatizadores ven el interés nacional en una mejora económica del país que sólo podrá darse por medio del apoyo externo, ya que el país en estos momentos no es capaz de solventarse por sí solo.
Críticas hemos oído muchas, y las seguiremos oyendo por un largo rato hasta que esto llegue a su fin (que por lo visto no será pronto). Al final, digamos lo que digamos, se llegará a una resolucíón, que alabarán unos y demonizaran otros. De momento, sólo podemos hacer conjeturas acerca de lo que pasará, debatir al respecto, y los más osados podremos poner manos a la obra para defender nuestra postura y lograr que se realice. ¿Tú qué prefieres, proteger la soberanía nacional o bajar los precios y mejorar el servicio?
Reforma fiscal
Las modificaciones realizadas a esta ley consistieron principalmente en la creación de dos nuevos gravámenes, la reforma aplicada a diversas leyes fiscales federales y la abrogación de la ley del impuesto al activo.
Los dos nuevos impuestos son: el Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) y el Impuesto a los Depósitos en Efectivo (IDE) mediante los cuales el gobierno pretende incrementar de manera importante la recaudación y contar con una herramienta para identificar a aquellos contribuyentes que omitan el pago de alguna contribución.
Las modificaciones realizadas a esta ley radican principalmente en lo siguiente: el incremento al precio por litro de gasolina y diesel, que será de 2 centavos a la Magna, 2.44 centavos a la Premium y 1.66 centavos al diesel, mensualmente.
En cuanto a la Ley del Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU), se acordó que este impuesto será aplicado a las personas físicas y morales de acuerdo con los ingresos que obtengan, independientemente del lugar en que éstos se generen. Este gravamen se aplica bajo el cálculo de una tasa de 17.5 por ciento a la cantidad que resulte de disminuir la totalidad de los ingresos percibidos por las actividades económicas que los contribuyentes realicen. Durante el ejercicio fiscal de 2008 se aplicará una tasa de 16.5 por ciento, en 2009 se incrementará a 17 y a partir de 2010 se ajustará a 17.5 por ciento.
La Ley del Impuesto a los Depósitos en Efectivo (IDE), gravará las operaciones que las personas físicas y morales realicen en moneda nacional o extranjera, en cualquier tipo de cuenta a su nombre, en las instituciones del sistema financiero nacional. El IDE se calculará aplicando la tasa de 2 por ciento al importe total de los depósitos gravados por la ley correspondiente.
Los aspectos enunciados en los párrafos anteriores son únicamente los que he considerado de mayor importancia mencionarles para ponernos en sintonía y emitir nuestros propios comentarios acerca de la misma. Sin embargo, si deseas conocer más información acerca de este tema, te recomiendo visitar los siguientes sitios:
http://www.pwc.com/images/mx/spa/about/press-rm/reformas_2008.pdf
http://www.jornada.unam.mx/2007/09/14/index.php?section=politica&article=005n1pol
Esta reforma en teoría busca fomentar el pago completo y oportuno de los impuestos por parte de todos los mexicanos, pues la postura del gobierno radica en que la ciudadanía no es cumple en este aspecto. Sin embargo, lo importante sería que demostraran con hechos que ellos cumplen con su parte del contrato y que ese dinero en realidad tiene un fin en beneficio de la población. Cosa que nunca se ha hecho y desde mi punto de vista ese es el principal motivo por el que el ciudadano mexicano se ha formado en una cultura de incumplimiento y evasión tributaria pues desgraciadamente el gobierno no ha generado confianza y seguridad en su pueblo, por lo tanto el pueblo tampoco responde de manera favorable a sus peticiones.
¿Qué representa mayor importancia, más impuestos aplicados a la ciudadanía o el uso eficaz y eficiente del dinero público por parte del gobierno en beneficio del pueblo?
Desde mi punto de vista sería mejor que antes de exigir más impuestos… el gobierno demostrara claramente en donde se invierte todo ese dinero.
Quiero enfatizar que mi postura está en contra del mal manejo de los recursos económicos del país, no tanto en contra de las reformas de Ley pues claro está que es necesario sentar las bases reglamentarias que como ciudadanos debemos seguir. El problema aquí es que desgraciadamente no basta con la existencia de una ley escrita en un papel, es necesario que se aplique correctamente a todos los ciudadanos, de manera justa y equitativa, para que sea obedecida. Ahí es en donde también estamos fallando como nación pues desafortunadamente no existe un verdadero compromiso por parte de las autoridades para hacerla cumplir y esto aunado a las enormes lagunas que siempre han caracterizado a nuestras leyes, hace que como buenos mexicanos… siempre encontremos la manera de no cumplir con la ley incluso antes de que esta se ponga en marcha!
¿Qué solución darías para que esta reforma de ley fuera verdaderamente productiva?
¿De verdad crees que la situación económica de los mexicanos este como para que el gobierna exija más impuestos?
http://www.elcato.org/node/2607
Reforma electoral
Este espacio es para eso mis lectores, para hacer una crítica hacia las reformas desde un punto de vista de un ciudadano más comprometido con su nación, y no con la bola de corruptos que se encuentran afuera gobernándonos y manejando nuestro país como se les da su regalada gana.
Sólo recuerden que en este espacio yo, “El Ahuizotle”, escribiré mis puntos de vista desde una visión crítica y analítica, todos los comentarios aquí escritos son una visión más hacia el país de hoy.
Aun cuando se proponga un titular que se haga cargo de la contraloría general del IFE y que además sea propuesto por las universidades públicas, me parece que no es suficiente para confiar en esta reforma; ya que es difícil “suponer” que ese titular es una persona confiable, eficaz y sobre todo que no es corrupta. Debido a que en México se encuentra infiltrada la corrupción y los tratos se siguen haciendo por debajo de la mesa, que como sabemos hoy en día está de moda. Es sumamente increíble que se va dejar a escoger este gran cargo en manos de las Cámara de Diputados, se puede pensar que tal vez, pero que tal vez (jaja, sí como no) la Cámara de Diputados no meta sus sucias manos para infiltrar en el puesto a uno más de sus conocidos, amigos o compadres para así, de esta forma, poder manejar la situación a su debida conveniencia.
Limitando la Influencia del dinero en las Campañas Políticas y en las elecciones, pero por supuesto que ¡Sí! Sólo de esta forma podremos evitar que personas ajenas a las elecciones, personas privadas, se involucren con “donativos” multimillonarios para favorecer a cualquier candidato o partido político de su conveniencia. Con esta reforma además se deja a un lado el gran involucramiento de personas adineradas para aportar recursos que no son necesarios, para impactar en una sociedad en donde todavía una gran mayoría vota por el candidato que aparece más en la televisión, con un gran spot publicitario, llegando hasta el fondo del corazón de los mexicanos que ven por lo menos de 3 a 4 horas diarias de transmisión consecutiva de televisión.
Estoy totalmente de acuerdo con la reforma electoral, aclaro, siempre y cuando sean cumplidas cada una de ellas y que se maneje de una forma clara, eficaz, y sin corrupción para ir en camino de la verdadera democracia, democracia que ha representado un verdadero retroceso durante las últimas elecciones. Además de que significa para la nación un ahorro de entre 2008 y 2012 más de 3,500 millones de pesos.