El otro día me pidieron ayuda para conseguir donantes de sangre para un persona con cáncer. Como buen ciudadano y amigo, inicié de inmediato una campaña masiva para reunir a dichos donantes con la mayor prontitud posible. Obviamente, sabía que muchos de mis posibles donadores serían descartados debido a causas como enfermedades, perforaciones, tatuajes, o por ser menores de edad. Claro, es obvio que al donar sangre es muy importante verificar que ésta no esté contaminada, ya que debe cuidarse la salud de los receptores. Es completamente comprensible entonces que muchas personas no puedan ser donadoras y se les impongan prohibiciones como las mencionadas, sin embargo, hubo un detalle que me llamó mucho la atención.
Hablando con la persona que buscaba los donadores, me comentó que al estar leyendo el reglamento del IMSS para donadores de sangre encontró un punto que le llamó mucho la atención y (cabe destacar) lo ofendió. Hasta yo me sentí ofendido. Claramente, el IMSS marcaba que aquellas personas de tendencia homosexual estaban sin lugar a dudas vetados como posibles donadores de sangre. ¿Por qué? Bueno, podemos buscar mil y un razones, pero algo es cierto: esto es discriminación.
Podríamos creer que vivimos en una sociedad moderna, más tolerante, abierta, receptiva a los cambios y diferencias en los que vive inmersa, donde nuestro modo de vida ecléctico es el modo de vida que todos debemos aceptar o al menos respetar. Pero en México (y en muchas partes del mundo) la realidad es que no es así. Vivimos todavía inmersos en la discriminación, de muchos tipos, y entre ellas destaca la homofobia. Viviendo en un país de machos, como es México, no sorprende que este tipo de discriminación esté tan fuertemente arraigado y extendido, hasta en cosas tan simples como ésta.
Bien podemos argumentar a favor de este requisito del IMSS. Trasladándonos un poco en la historia, nos remontamos a los años 80's, donde la epidemia de SIDA se tornó especialmente grave y el auge de la misma se dio entre la comunidad gay. Bajo esta perspectiva, es normal pensar que el IMSS generó dicho requisito para proteger del SIDA a sus pacientes. Si la comunidad gay era el principal portador de SIDA en los 80's, suena lógico pensar que si se quiere proteger a los pacientes de dicha enfermedad entonces debe prohibirse a los gays ser donadores de sangre. Sin embargo, el SIDA se extendió al resto de la población, llegando con el tiempo a ser mayor dentro de la comunidad heterosexual que dentro de la comunidad gay. A estas alturas, es imposible, y hasta absurdo, creer que alguien tendrá SIDA sólo por ser gay.
Sin embargo, dicho estereotipo se ha mantenido hasta nuestros días, y por lo visto el IMSS no se ha preocupado en lo más mínimo por cambiarlo. O simplemente, es parte de esa homofobia tan característica de nuestro país. Y la vemos no sólo en la prohibición para donar sangre, sino en antros, en la calle, en el trabajo, escuela, familia, amigos, transporte público, restaurantes, cafés, etc. No hay lugar que escape a la homofobia de una u otra manera. Y lo más triste de todo, es que en muchos lados se fomenta sin que nadie haga nada al respecto. Desde la familia, donde se educa a los hijos varones a ser "bien machos", lo cual incluye discriminar a los homosexuales por ser "sucios, antinaturales, grotescos, pecaminosos", entre otras cosas.
De hecho, México es uno de los pocos países (si no el único) donde podemos encontrar tantos términos para designar a una persona homosexual (joto, maricón, puto, manflora, puñal, volteado, rarito, mariposón, mayate, etc.), con la similitud de que todos ellos son de carácter ofensivo. Sin embargo, dato curioso, los homosexuales más criticados y el mayor centro de etos insultos y homofobia son los afeminados y/o pasivos (aquellos que son penetrados en el acto sexual). Como parte del machismo mexicano, es más respetado un homosexual que se comporte de manera masculina que uno que uno, al igual que se respeta más al que utiliza su pene para el acto sexual como lo haría un hombre cualquiera, en lugar de ser penetrado como una mujer. Y esta idea ha alcanzado gran eco dentro de la comunidad gay.
Es muy común dentro de dicha comunidad, a diferencia de lo que generalmente se piensa, la discriminación hacia lo que se denomina las "obvias", personas homosexuales de comportamiento femenino. Incluso los mismos homosexuales prefieren el comportamiento masculino y buscan comportarse lo más "machos" posibles y rodearse de gente con el mismo comportamiento, en un afán de hacerse pasar por hombres heterosexuales y no ser discriminados. Muchos lo argumentan diciendo que por ser homosexuales no significa que deban perder su hombría, y es cierto, pero en varios casos se trata ya de una patología más que de una defensa natural de la hombría.
¿Y cómo no van a preferir ocultarse con todo lo que tiene que vivir la gente homosexual en este país? Poder ser un homosexual declarado es una vida dura y difícil en este país, ya que dicha persona se verá expuesta no sólo a la discriminación y el rechazo, sino a una larga serie de peligros por parte de la sociedad que lo rechaza. Dichos peligros pueden ir desde insultos, pasando por golpes y terminando en asesinatos. ¿Qué tan común es ver a una pareja gay en la calle, caminando agarrados de la mano como una pareja heterosexual? Y cuando se llega a ver una pareja de este tipo, ¿cuáles son las reacciones inmediatas de la mayoría de las personas, especialmente los hombres? Aún no somos capaces de asimilar hechos como estos y enfrentarlos en la vida diaria.
Si bien hay que reconocer que ha habido ya una mayor apertura a nivel nacional (como lo demuestra la Sociedad de convivencia en el DF, aunque sea un logro menor), aún existen muchas ciudades, zonas y personas donde esto es imposible de ver. Para un ejemplo práctico tomemos la ciudad de Querétaro, donde es muy común ver en el centro a parejas de homosexuales caminando despreocupadamente como cualquier pareja heterosexual. Por otro lado, dentro de la misma ciudad, existen colonias donde tener el más mínimo indicio de homosexualidad te acarrea una golpiza segura, si no es que hasta la muerte. Así de polarizados vivimos al respecto, metidos en esta sociedad tan heterógenea, e hipócrita en muchas ocasiones, que vive empapada de homofobia.
Y se han generado leyes para proteger a los homosexuales y sus derechos, pero pocas veces estos son bien aplicados. ¿Y cómo esperar que los apliquen correctamente si las mismas autoridades que se encargan de hacerlo padecen también de homofobia? ¿Cómo te va a ayudar alguien que te odia y desprecia? Hay muchos crímenes de discriminación que quedan impunes por lo mismo, porque no hay quién haga cumplir la ley tal como debe de ser. Ante situaciones cómo ésta, ¿qué se puede hacer entonces?
Educación, es la respuesta. Educación desde el hogar, educación en las escuelas, educación en la calle, en los medios, en donde sea. Educar a la gente, enseñarla a tolerar lo diferente, enseñarla a respetar a los demás, a no discriminar, a que todos somos iguales independientemente de la orientación sexual, o el nivel social, sexo, origen, raza, etc. La raíz de todo la tenemos en casa, enseñando a los niños, las generaciones del futuro, que un homosexual no es una persona rara y/o mala que debemos rechazar, sino por el contrario, que es tan persona como nosotros y merece ser respetado y amado como cualquier otro. Porque si no les enseñamos eso, ¿qué haremos cuando ellos resulten ser homosexuales?
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